San Cristobal Estado Tachira.-Un sobrino del capo Daniel Barrera fue clave para encaminar las investigaciones de las autoridades británicas, estadounidenses, colombianas y venezolanas, para la captura del narcotráfico conocido como “El Loco”, el martes, en Barrio Obrero.
Según los investigadores colombianos, en septiembre de 2010, luego de la muerte del jefe de las Farc, Mono Jojoy, las informaciones en sus computadoras dieron la pista de la existencia de este sobrino, hijo de una hermana del narcotraficante, quien de acuerdo con las pesquisas de los agentes de inteligencia, fue determinante para descubrirlo y capturarlo, y entre otros informantes, podría cobrar la recompensa de hasta 2.5 millones de dólares ofrecida por el gobierno estadounidense a través de la DEA.
Luego de ubicar al sobrino, que prácticamente veía a Daniel como su padre, comenzó a suministrar información a la Fiscalía, a la DEA, la CIA y el MI6, estableciendo así que Barrera sólo confiaba en sus familiares, y que andaba con poca o sin escolta, para evitar levantar sospechas; que viajaba a Brasil y a Argentina, aunque tenía entre tres y cuatro años residenciado en Venezuela.
Ante la posibilidad de que el sobrino desistiera de colaborar, los organismos de inteligencia infiltraron en el entorno de Barrera a una mujer que se ganó su confianza y ayudó a conocer detalles de su vida, como por ejemplo, que estaba obsesionado con ser delgado, para cambiar su apariencia física, y que había pensado entregarse a la DEA, pues presentía que en cualquier momento lo detendrían.
En Venezuela se hacía pasar por ganadero, y se movía entre Táchira, Barinas y Portuguesa. Aunque portaba un pasaporte colombiano, a nombre de Tomás Lacumi Popo, también usaba la identidad de su hermano menor, Arnoldo Barrera, con discapacidad mental, para efectuar por ejemplo, los trámites para obtener el certificado Indumil de porte de armas y para transacciones comerciales de su cartel, que por años intentó constituirle una fachada legal para sus ilícitos negocios.
La rutina lo delató
Con conocimiento de las andanzas de Barrera en Táchira, y sus constantes llamadas telefónicas a unos 12 testaferros dentro y fuera de Venezuela, finalmente se logró su ubicación. Hubo hasta 400 horas grabadas de conversación en los últimos meses.
Estas llamadas fueron vitales para que un grupo especial de Inteligencia ubicara el sitio donde el capo se movía, pues cometió el error de empezar a llamar a últimas horas de la tarde. La penúltima comunicación fue el jueves pasado, en la que acordó volver a ponerse en contacto el martes.
El operativo estaba sobre la marcha desde el lunes. Los organismos que participaron en la coordinación de la captura se reunieron la semana anterior en Londres para ultimar detalles, y en Washington habían organizado una oficina conjunta, con el director de la Policía, general José Roberto León Riaño, y la DEA a la cabeza.
Los funcionarios colombianos estuvieron durante más de una semana recluidos en un hotel de San Cristóbal para no ser ubicados y poner en peligro la operación.
A las 5 de la tarde del martes, la comisión mixta de la ONA e Inteligencia colombiana, se concentraron en las cercanías de la iglesia El Ángel, en Barrio Obrero. Poco después de las 6 de la tarde, el capo llegó a los teléfonos públicos, en una camioneta Terios, gris, placas AC4115PS. Estaba con una mujer, que conoció hace un año en la isla de Margarita, y un escolta, y la captura no se hizo esperar.
Tras su detención, ya se hizo oficial el requerimiento de extradición de “El Loco” Barrera, a Estados Unidos, donde lo reclaman tres cortes por el envío de cientos de toneladas de cocaína a Estados Unidos y Europa.
Barrera tendría más de 500 bienes o propiedades entre Colombia y Venezuela. También rastrean empresas y sociedades de finca raíz que habrían sido usadas para lavar los recursos del narcotráfico.
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