Mejor no pudo comenzar el 2013 para Independiente Santa Fe.
Apenas han pasado 28 días y ya levantó su primer trofeo. Lo hizo este domingo,
ante cerca de 30 mil hinchas cardenales, en la final de la Superliga,
justo ante Millonarios, su rival de patio.
A su escudo no le colgará una estrella. Tampoco irá a un torneo
internacional, pero la historia dirá que ganó un título más, uno que debe
disfrutar y celebrar.
Y lo hizo con claridad, justicia y
contundencia. En los 180 minutos los rojos fueron superiores y
demostraron que van a dar mucho de qué hablar este año.
Porque quedó claro que Santa Fe se reforzó bien. Sus nuevos
jugadores marcaron diferencia. Carlos Valdés y Humberto Mendoza atrás,
John Valencia en la mitad y, sobre todo, Wílder Medina,
adelante.
Además, sigue teniendo a Ómar Pérez como su conductor, un
futbolista superior que sabe en qué momento tocar en corto y cuándo tirar el
pelotazo. Brillante como su cabeza rapada, el argentino es ‘El
Capo’, el hombre que pone el fútbol y marca el ritmo de juego.
Hay que decir también que el técnico Wilson Gutiérrez supo
leer la serie e hizo las modificaciones necesarias para ganarla. Sacó a sus dos
laterales, de flojo desempeño el jueves, puso tres centrales y dejó a dos
carrileros como Yulián Anchico y Luis Carlos Arias, de
excepcional desempeño táctico.
Claro, la Copa Libertadores de América y la Liga serán a
otro precio, pero Santa Fe tiene argumentos para pelear en
ambos frentes, ya con la tranquilidad de haber ganado algo este año.
En Millonarios, en cambio, la Superliga dejó un muy mal
sabor. Más que por la derrota, por el pobre funcionamiento del equipo. Ganas,
disposición y temperamento no faltaron, pero las ideas estuvieron
escasas.
Cómo será que hasta se extrañó a Máyer Candelo, un talento
indudable, pero con poca dinámica y regularidad. Si el técnico Hernán
Torres y los directivos no consiguen urgentemente un volante creativo,
los azules sufrirán mucho este semestre, porque aunque tienen buenos atacantes,
no hay quién les lleve la pelota.
De hecho, este domingo jugó con tres delanteros, uno
retrasado, porque no tenía disponible en la plantilla un socio para
Hárrison Otálvaro, por las lesiones de Candelo y José Luis
Tancredi.
Millonarios atacó sin claridad los primeros 10
minutos, pero luego se diluyó. Santa Fe, con más oficio, se montó en el
partido y lo manejó a su antojo, con Medina y Cristian Martínez
Borja saliendo a recibir hasta tres cuartos de cancha.
La primera opción de gol se produjo a los 30 minutos, cuando Medina
remató de voleo. Poco antes Elkin Blanco le había cometido un penalti
a Ómar Pérez, quien exageró en la caída.
La única oportunidad clara de Millos la tuvo Rentería con un
remate cruzado que se estrelló en el vertical.
Después el arquero Luis Delgado sacó un tiro libre de Pérez
que iba para adentro, antes del gol cardenal, un cobro de costado que no
despejaron los defensas y que le quedó a Valdés, quien paró la
pelota y la mandó al fondo de la red para el 1-0.
En el complemento nada cambió. Millonarios voluntarioso, pero
confundido. Santa Fe eficaz y peligroso cada que quiso. Medina perdonó
al cabecear desviado un centro de Anchico. Posteriormente Delgado le detuvo un
potente remate tras un contragolpe.
Y comenzó el ole y la fiesta en la tribuna. La hinchada roja, motivada por la
superioridad de su equipo, saltó y celebró durante la última media hora del
partido, que a decir verdad fue de puro trámite, porque estuvo más cerca el rojo
del segundo, que el azul del empate.
Seguramente la emoción de los aficionados cardenales no fue la misma que la
del pasado 15 de julio, cuando ganaron la séptima estrella ante
el Pasto, pero sin duda la sensación de vencer en una final a su tradicional
rival fue algo especial.
Sobre todo por la manera como lo consiguió, con mayor sentido colectivo, más
juego ofensivo, seguridad en la zaga y buena respuesta física. Hace siete meses
Santa Fe llevaba 37 años sin festejar, ahora es
Supercampeón.
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