Los 'Rastrojos' y los 'Urabeños' son los que más presencia hacen.Fuente: Defensoría del Pueblo.
“Los paras nunca se fueron”. La frase le sale nerviosa a un joven desplazado en Quibdó, refiriéndose a las acciones de las bandas criminales. El muchacho llegó del Bajo Baudó hace siete meses y suma a la estadística de los ‘sin patria’, como él se hace llamar.
En el Paramillo, en las montañas del municipio de Tierralta, sur de Córdoba, los habitantes se apropiaron del término reciclaje, para bautizar a los violentos que cambiando de bando ahora se mueven entre Los Urabeños, o el famoso Clan Úsuga. Se refieren a las bandas criminales que surgieron tras la desmovilización de los paramilitares en 2006.
El último y más fresco reporte del miedo que se respira en varias regiones colombianas es el de Barbacoas, Nariño, donde 15 mil habitantes le temen a Los Urabeños o Autodefensas Gaitanistas, que intentan afincarse en los ríos Patía, Magüí y Telembí, por donde se pasean las guerrillas de las Farc y el ELN. Con la llegada de esta banda se han triplicado los asesinatos en Barbacoas.
El defensor Jorge Armando Otálora señaló que durante todo el 2013, según Medicina Legal, hubo 8 homicidios en ese municipio. Pero ahora, en sólo un semestre de 2014, esa cifra alcanzó las 24 personas muertas. La presencia de este grupo armado ilegal, dice la Defensoría, tiene como objetivo disputarle el control a la guerrilla, en sitios clave para transporte y movimiento del narcotráfico.
A través de cuatro cartas dirigidas al Ejército, la Policía, el Ministerio de Defensa y el Ministerio del Interior, la Defensoría del Pueblo hizo un llamado de atención sobre la expansión de bandas hacia Chocó y Nariño, en donde los crímenes y el desplazamiento no cesa.
Según este organismo, las bandas criminales ya se han asentado en 168 de los 1.098 municipios del país. Pareciera que la cifra no es considerable, pero esos municipios están distribuídos en 27 de los 32 departamentos que hay en Colombia.
“Existe una alta posibilidad de que se presenten amenazas de muerte, agresiones físicas, torturas, homicidios y extorsiones” en estas regiones, advierte la Defensoría en las cartas dirigidas al gobierno y las Fuerzas militares.
Bacrim buscan expansión
Los Urabeños es el grupo que más mancha el territorio colombiano, y en segundo lugar Los Rastrojos. Un estudio de la organización Insaight Crime precisa que “son la combinación perfecta del crimen organizado colombiano por ser los únicos en abarcar tres generaciones con experiencia criminal”. El 'hombre fuerte' de la estructura es Darío Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’.
La ola de expansión de Los Urabeños está enfocada en quitarle el corredor a la guerrilla en departamentos claves o hacer alianzas para fortalecer las estructuras criminales para la explotación ilegal de oro. Y advirtió el funcionario que las acciones del Estado lucen tibias cuando se observa cómo se han disparado el desplazamiento, las desapariciones forzadas y las amenazas a la población civil.
Los Urabeños están en 20 de los 27 departamentos donde hay Bacrim identificadas. Y en muchas de esas regiones se disputan el poder con Los Rastrojos y las Águilas Negras simultáneamente. Esto es el 15% de los 1.096 municipios de Colombia.
Es decir, que en el 85% del territorio no hay presencia de bandas criminales, dato que es muy cercano al reportado en 2013 por el Ministerio de Defensa en su documento ‘Cifras y hechos de la estrategia general de seguridad".
Sin embargo, la Defensoría se ha mostrado preocupada por el avance de estos grupos hacia algunas zonas donde antes no tenían presencia significativa, y a donde han llegado a disputarle el territorio a las Farc y el Eln, lo que deja a las poblaciones en alta situación de vulnerabilidad. Hay cuatro departamentos: Bolívar, Chocó, Cundinamarca y Santander, en los que hacen presencia al mismo tiempo tres bandas criminales.
En Chocó, el accionar de estas bandas ya ha ocasionado el desplazamiento de 3.311 indígenas de la etnia Embera, quienes han debido abandonar sus tierras debido a los enfrentamientos armados entre las autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia y el Eln en la zona del Medio y el alto Baudó.
En estas regiones los jóvenes son los más afectados y comienzan a perder la esperanza. De hecho se intenta llevar una estadística sobre un tema sensible, como es el reclutamiento forzado de menores, pero el común denominador es que la comunidad no quiere denunciar muchos hechos.
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