domingo, 16 de agosto de 2020

Aumentan casos de depresión y suicidios en Venezuela

Sufrir de ansiedad o depresión es uno de los primeros elementos que evidencian las personas que cometen suicidio.
/ Foto:Archivo / La Opinión

Los problemas económicos, la migración de seres queridos y ahora el confinamiento y las restricciones de movilidad asociadas a la pandemia mundial por la COVID-19, han creado en Venezuela una especie de “tormenta perfecta”, que acentúa sus embates contra la población más vulnerable. Ello se evidencia en un aumento significativo de los casos de depresión y suicidio.

A ello se suma que las condiciones de vida en los estados de frontera, son más difíciles que en la zona central venezolana. Las autoridades, al parecer, sacrifican la prestación continua de servicios como agua, luz y conectividad en las fronteras, para privilegiar a la región capital.

La dinámica de la violencia por la actuación de los grupos armados irregulares y las bandas criminales a lo largo de la franja binacional entre Venezuela y Colombia, también endurece el contexto para los habitantes de Táchira y otros estados aledaños.

Yorelys Acosta, investigadora, sicóloga clínica y social, explica que sufrir de ansiedad o depresión, es uno de los primeros elementos que correlacionan con las personas que cometen suicidio. Aunque a ello pueden sumarse elementos sicosociales, ambientales y culturales, así como el enfrentar la pérdida de un ser querido (por muerte, divorcios, separación, migración), problemas familiares, rupturas (familiares, laborales), recesión económica, desempleo, inestabilidad política y colapso social.

Evidentemente, muchas de estas situaciones se dan de forma simultánea en Venezuela y se convierten en potenciadores de la afectación sicosocial (de la conducta humana en su aspecto social o relacionado con ella) que sume a las personas en una profunda tristeza hasta llegar a una depresión, que incluso puede conllevar a atentar contra sus vidas.

Acosta señala que la conflictividad política y las recesiones económicas también empujan la huida y evidencia de ello son los millones de venezolanos que han salido por la frontera, incluso caminando largos trechos, con la motivación de procurarse oportunidades de sobrevivencia y una mejor calidad de vida.

“Las recesiones económicas aumentan las migraciones y los suicidios y en Venezuela vemos estos dos elementos”, apunta.

La COVID-19 y la nueva normalidad

“Sentirse mal es una condición casi normal en una situación como la que actualmente atraviesa el mundo, que es totalmente anormal”, dijo la experta, para quien la pandemia viene a aumentar la sintomatología de quienes ya venían atravesando un proceso depresivo producto del contexto político venezolano.

Pero, también destaca que hay una afectación normal de toda la población, “todos estamos alterados, hemos trastocado nuestra cotidianidad”, dice.

El análisis presentado por la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV) da cuenta que “el acto de quitarse deliberadamente la propia vida es la decisión más oscura, temida e inexplicable para los seres humanos”.

La creencia común es que solo el suicidio podría detener el intenso dolor emocional.

Según los especialistas, en estos tiempos de pandemia, y especialmente producto del confinamiento prolongado, muchos están sumergidos en el vacío de ese dolor. 

“Quienes cuenten con los recursos emocionales para salir de esa situación, saldrán fortalecidos, otros no correrán con la misma suerte”, dice.        

Aumento

Liz Flórez, coordinadora regional de salud mental en el estado Táchira, coincidió en que los elevados índices de suicidio en Venezuela, durante los últimos meses, están directamente asociados a la crisis económica y el confinamiento generado por la pandemia.

Destacó que si bien en la entidad en los últimos años se han manejado cifras elevadas de depresión y ansiedad, para los meses de abril y mayo, el aumento ha sido exorbitante.

"El 80% de nuestras consultas resultan por ansiedad y pánico generados ante la aparición de síntomas que pudiesen estar asociados al COVID-19”, situación a la que no está exento el personal médico.

Investigaciones internacionales señalan que al menos el 47% del personal médico que ha tenido responsabilidad directa en el manejo de la pandemia ha desarrollado síntomas de estrés y depresión.

No hay cifras

La  recesión económica, el desempleo, la inestabilidad política y el colapso social que se dan de forma simultánea en Venezuela se convierten en potenciadores de la afectación sicosocial.

Desde el 2003 no se publican cifras oficiales de suicidios en Venezuela, para esa fecha, el Instituto Nacional de Estadística reportaba que 53 % del total de suicidios tenían su origen en los problemas afectivos, familiares o trastornos mentales. Las estadísticas sobre casos de depresión, son inexistentes.

Los datos presentados en el más reciente informe del OVV revela que desde el primero de enero al 29 de junio de este año, se registraron 94 suicidios en Venezuela Dentro de este lapso se evidencia que a partir de marzo -cuando comenzó el confinamiento- hubo un aumento, principalmente en adultos, entre 30 y 64 años, y en adolescentes.

Igualmente señala que el estrés y la depresión afectan no sólo a la población adulta, sino también a niños y adolescentes, que son quienes más sufren por el encierro obligatorio.

Sin apoyo institucional 

La crisis afecta en Venezuela a todos los sectores, el área de la salud ha sido una de las más afectadas y ha llevado a que los centros hospitalarios restrinjan al máximo la atención de casos depresivos, manejando sólo los de estricta emergencia.

"Cuando tienes un problema sicológico y te diriges a un centro de salud a pedir atención y te dan una cita para dentro de dos meses, posiblemente sea muy tarde”, advierte Yorelys Acosta y agrega que a ello se suman las dificultades para el acceso a los medicamentos.

"Antes del cierre de fronteras, era casi imposible conseguir en Venezuela medicamentos como ansiolíticos y anticonvulsivos, por cuanto los laboratorios que los producen se fueron del país. Los pocos que se consiguen son importados o ingresan de contrabando desde Colombia por las trochas”, dijo Carla Ramírez, administradora de un establecimiento farmacéutico.

Laura Sobral, docente universitaria, dijo que al principio del cierre de fronteras “casi me vuelvo loca, pues no conseguía los medicamentos para mi mamá”.

 Agregó que en principio suplió la carencia con la ayuda de donaciones a través de las redes sociales, pero con el tiempo ha logrado establecer un suministro confiable mediante contactos con personas que pasan a Colombia.

¿Cómo ayudar?

Algunas señales que pueden mostrar las personas ante un intento de suicidio son: hablar o escribir acerca de marcharse, pueden haber cambios repentinos en su comportamiento, dificultad para pensar con claridad, impulsividad, alejarse de su entorno, pérdida de interés en actividades que solía disfrutar.

Entre las recomendaciones para hacer frente a esta situación y poder ayudar a la persona que sufre se encuentran:

No deje sola a la persona.

Escuche atentamente y descubra lo que siente y piensa la persona afectada.

Reduzca el acceso a los plaguicidas que se utilizan para la intoxicación voluntaria.

Mantenga bajo resguardo medicamentos, bebidas alcohólicas y armas de fuego.

Nunca ignore una amenaza, pensamiento o intento de suicidio.

Si usted es amigo, familiar o conoce a alguien que cree poder atentar contra su vida, busque ayuda.

Fuente: La Opinión 

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