En octubre de 2008 ‘El Iguano’ habló por primera vez ante la Fiscalía de los hornos de Juan Frío, en Villa del Rosario. Tres años después, sin que nadie [ ... ]La Fiscalía encontró que uno de los espacios por los cuales eran introducidos los cuerpos había sido sellado
El 10 de diciembre de 2004, en la finca Brisas de Sardinata, ubicada en el corregimiento Campo Dos del municipio de Tibú, cuando más de 1.200 hombres del Bloque Catatumbo se desmovilizaron, todo era felicidad.
El fin de una guerra brutal, librada en todos los rincones del departamento por fin terminaba y el proceso de paz que se iniciaba parecía encaminado en la consecución de un proyecto de resocialización para los desmovilizados que, acogidos en la Ley de Justicia y Paz, prometían decir toda la verdad de lo que significaron los 5 años de operaciones en Norte de Santander en los que, a punta de bala, sembraron el terror.
Crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad, homicidios de personas protegidas, homicidios agravados, masacres, extorsiones, desapariciones forzadas, narcotráfico, secuestro y actos de terrorismo, todos ellos cometidos entre mayo de 1999 y diciembre de 2004, eran los delitos que se esperaban que fueran confesados por los recién desmovilizados que operaron bajo el mando de Salvatore Mancuso y Jorge Iván Laverde Zapata, alias ‘El Iguano’, entre otros jefes ‘paras’.
Si bien era claro que se esperaban confesiones de delitos atroces, los colombianos estaban lejos de imaginar que un grupo de hombres, en un territorio perdido y que aún hoy permanece vetado para la movilidad, en la frontera de Colombia con Venezuela, más exactamente en Juan Frío, corregimiento de Villa del Rosario, se hubiesen ideado un mecanismo tan cruel para desaparecer todo rastro de sus crímenes, como lo fueron los hornos del Frente Fronteras.
Auschwitz, el campo de concentración nazi donde miles de judíos fueron incinerados por orden de Adolfo Hitler, ya no parecía estar tan lejos de la realidad colombiana.
Los ‘paras’ siempre han sostenido que en los hornos de Juan Frío nunca quemaron a una sola persona estando viva. Primero las ejecutaban y después las incineraban con lo que hubiese, carbón, llantas de carro, madera o simplemente gasolina.
Lo que sí se ha podido comprobar, por los testimonios ofrecidos por algunos desmovilizados del frente Fronteras, es que la cifra de víctimas que pasaron por los hornos podría ascender a 100.
Este dato lo corroboran las autoridades a partir de las confesiones hechas por los jefes ‘paras’ y porque dentro de las estadísticas que manejan en las bases de datos de víctimas del Frente Fronteras existen 157 personas como desaparecidas, de las cuales no se tiene ningún registro y sobre las cuales ningún desmovilizado se ha pronunciado.
Víctimas plenamente identificadas, que fueron incineradas en los hornos y que además ya fueron confesadas por los ‘paras’, se tiene un total de quince.
El fin de una guerra brutal, librada en todos los rincones del departamento por fin terminaba y el proceso de paz que se iniciaba parecía encaminado en la consecución de un proyecto de resocialización para los desmovilizados que, acogidos en la Ley de Justicia y Paz, prometían decir toda la verdad de lo que significaron los 5 años de operaciones en Norte de Santander en los que, a punta de bala, sembraron el terror.
Crímenes de guerra, delitos de lesa humanidad, homicidios de personas protegidas, homicidios agravados, masacres, extorsiones, desapariciones forzadas, narcotráfico, secuestro y actos de terrorismo, todos ellos cometidos entre mayo de 1999 y diciembre de 2004, eran los delitos que se esperaban que fueran confesados por los recién desmovilizados que operaron bajo el mando de Salvatore Mancuso y Jorge Iván Laverde Zapata, alias ‘El Iguano’, entre otros jefes ‘paras’.
Si bien era claro que se esperaban confesiones de delitos atroces, los colombianos estaban lejos de imaginar que un grupo de hombres, en un territorio perdido y que aún hoy permanece vetado para la movilidad, en la frontera de Colombia con Venezuela, más exactamente en Juan Frío, corregimiento de Villa del Rosario, se hubiesen ideado un mecanismo tan cruel para desaparecer todo rastro de sus crímenes, como lo fueron los hornos del Frente Fronteras.
Auschwitz, el campo de concentración nazi donde miles de judíos fueron incinerados por orden de Adolfo Hitler, ya no parecía estar tan lejos de la realidad colombiana.
Los ‘paras’ siempre han sostenido que en los hornos de Juan Frío nunca quemaron a una sola persona estando viva. Primero las ejecutaban y después las incineraban con lo que hubiese, carbón, llantas de carro, madera o simplemente gasolina.
Lo que sí se ha podido comprobar, por los testimonios ofrecidos por algunos desmovilizados del frente Fronteras, es que la cifra de víctimas que pasaron por los hornos podría ascender a 100.
Este dato lo corroboran las autoridades a partir de las confesiones hechas por los jefes ‘paras’ y porque dentro de las estadísticas que manejan en las bases de datos de víctimas del Frente Fronteras existen 157 personas como desaparecidas, de las cuales no se tiene ningún registro y sobre las cuales ningún desmovilizado se ha pronunciado.
Víctimas plenamente identificadas, que fueron incineradas en los hornos y que además ya fueron confesadas por los ‘paras’, se tiene un total de quince.
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