jueves, 1 de diciembre de 2016

Las desigualdades que marca en la frontera la devaluación del bolívar frente al peso

Las casas de cambio siguen recibiendo bolívares.

La  drástica devaluación  que padece el bolívar  frente al peso colombiano,  por las razones  que sea,  acentuará aún más las distorsiones económicas que ya sufre la frontera y  marcará notables  diferencias  en el poder  adquisitivo de la población que habita a ambos lados de la raya limítrofe colombo-venezolana.
Con la paridad cambiaria que se ha dado de manera momentánea,  porque  la moneda venezolana mantiene la tendencia a la baja,  las consecuencias  son muy diversas  desde el punto de vista económico, y el venezolano de a pie  que cruza diariamente la frontera a comprar comida tendrá  que disponer de la misma cantidad  de dinero que necesita  un ciudadano colombiano para comprar el mismo producto,   pero  con  una abismal  diferencia en el poder de compra de cada uno de ellos.
En este momento 1 bolívar es igual a 1 peso,  es decir, que para comprar en el comercio colombiano una  harina de maíz que vale 2800 pesos, el  consumidor venezolano  necesita tener  en su  poder 2800 bolívares.  La misma  fórmula aplica para otros productos alimenticios  colombianos  muy buscados  por  los venezolanos, como azúcar,  aceite, pasta, arroz, panela, etc., en vista de que  de este lado de la frontera no se consiguen, o si los  hay tienen  precio  inclusive  superior al de Colombia.  Un kilo de azúcar colombiano  vale 2500 o 2600  pesos,  lo que equivale a  2500 o 2600  bolívares,  con la tasa de cambio vigente en el mercado  cambiario fronterizo.
Se igualan los costos 
La progresiva devaluación igualó el costo que ciudadanos de ambos lados de la raya limítrofe deben de pagar por determinado  producto,  pero aumentó la brecha entre el poder adquisitivo de los ciudadanos venezolanos y  colombianos.  Mientras en Colombia el sueldo mínimo es de 650 mil pesos, que al cambio vigente serían 650 mil  bolívares,  en Venezuela  el salario mínimo,  sin ticket de alimentación,  es de 27 mil bolívares,  que  llevado a  Colombia,  serían 27 mil pesos, explicó el presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Ureña,  Isidoro  Teres.
“El problema  no es la tasa de cambio fronteriza,  el  problema es que el Banco Central de Venezuela  atomizó el valor del bolívar y ya no vale absolutamente nada”,  acotó.
Bajo estas circunstancias,  las personas  colombianas tienen gran capacidad de compra para adquirir bienes o servicios en Venezuela, porque el diferencial cambiario  les favorece,  todo lo contrario  ocurre con los  venezolanos, a quienes el sueldo no les permite adquirir prácticamente nada.
Otras consecuencias
La depreciación de la moneda también  puede hacer incontenible la avalancha de venezolanos  hacia Colombia en busca de trabajo o con la intención de revender cualquier  producto  hecho en Venezuela, situación que puede  llevar a superar  cualquier control que traten de implementar  las autoridades  de ambos países.
De Colombia hacia Venezuela, Teres avizora que el flujo de alimentos, medicina,  insumos,  materia prima, etc., se puede  reducir al máximo,  creando un desabastecimiento exacerbado  en perjuicio de los más débiles.
Asimismo,   por las ventajas  económicas que  ofrece el diferencial  cambiario, aumentará  la presión  para  comprar en Venezuela  cuanto se pueda,  generando distorsiones  económicas  que fortalecen la plataforma de las actividades informales, entre ellas el contrabando.
Fuente: Diario la Nación.com

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