Marcada por un dinamismo en el mercado local que parecía no tener fin, la venta de motocicletas en Cúcuta se ha convertido en otra víctima de la implacable realidad derivada de la devaluación del bolívar, la misma que tiene contra las cuerdas a los comerciantes de la ciudad y felices a los consumidores, prestos a pasar al lado venezolano para surtirse de cuanto estimen necesario.
Pero en atención a los principios económicos de que alguien gana cuando un sector pierde, los que se frotan las manos por la bajas ventas en Cúcuta son los concesionarios de Ureña, San Antonio o San Cristóbal que nunca antes se habían visto tan abarrotados de compradores colombianos.
Claro, el único problema al que se enfrentan estos compradores es que deben esperar por días la entrega de las motocicletas, la mayoría de las cuales son traída desde el interior de Venezuela.
La baja disponibilidad es tal que algunos de los concesionarios consultados entre San Antonio y Ureña -de marcas como Suzuki, Empire Keeway o Yamaha- reconocen que los pedidos mensuales, que oscilan entre 200 y 300 motos mensuales, se venden en solo 15 días.
Con todo, los compradores cucuteños prefieren esperar un par de semanas a tener que adquirir sus motocicletas en el mercado automotriz de la capital de Norte de Santander, donde el precio de cada vehículo de este tipo puede doblar al que cotizan en almacenes de Ureña, San Antonio y san Cristóbal.
Una moto modelo 2013 que en Cúcuta vale $3.400.000 en Venezuela puede llegar a costar $1.600.000. Con frecuencia se escucha en los almacenes de motos de Venezuela a los compradores colombianos conversando sobre el ahorro de dinero que les genera comprar el vehículo en el país vecino.
“Con lo que me iba a comprar una moto modelo 2006 o 2007 en Cúcuta acá me compro una 2013 nueva. Y si quiero comprarla nueva en Cúcuta solo me alcanza para la cuota inicial”, declaraba un comprador cucuteño que esperaba su moto, que en San Antonio le costó 2 millones de pesos menos de lo que tendría que pagar en Colombia.
Cabe resaltar que en los concesionarios de Venezuela no les venden motos a ciudadanos colombianos, razón por la cual muchos de los compradores llegan hasta los almacenes de la frontera acompañados por un amigo o familiar con documentos venezolanos, que finalmente aparecerá en la factura de compra como el dueño del vehículo.
No obstante, el auge desmedido que están generando las motos venezolanas entre los compradores colombianos ha pasado por alto una serie de normas que deben cumplir para poder circular sin problemas en Cúcuta.
¿Cuándo es contrabando?
Las autoridades de tránsito de Cúcuta y el Área Metropolitana han sido claras en afirmar que las motos venezolanas que quieran transitar en la ciudad deberán portar los documentos que exige la ley colombiana para la circulación de estos vehículos.
En los retenes de control instalados en la ciudad, los funcionarios de Tránsito se han encontrado cientos de casos idénticos, en los que el único documento que porta el conductor de una moto venezolana es la factura de compra que le dieron en el concesionario, en muchas ocasiones a nombre de un tercero.
El secretario de Tránsito de Cúcuta, Javier Ardila, sostiene que a la ciudad han ingresado desde 2012 cerca de 10.000 motocicletas venezolanas que hoy se mantienen en circulación, de las cuales aproximadamente el 80 por ciento no tiene título de propiedad.
Para el director de Tránsito, la gente no porta los documentos porque desconoce el trámite que se debe hacer, pues, como en Venezuela entregan la motocicleta con la placa los compradores asumen que ya está matriculada para circular.
“En los concesionarios de Venezuela le entregan a la persona una factura de compra. Con ese documento es que debe hacerse el trámite del título de propiedad en una oficina de Tránsito, pues esa factura no suple en ningún caso el título de propiedad, aparezca a su nombre o a nombre de otra persona. Sin título de propiedad la moto pasa a ser prenda de contrabando”, afirmó Ardila.
Es así como en los puntos de control que instala Tránsito en la ciudad, quienes conducen motos venezolanas tratan de evadir la responsabilidad de no portar los documentos argumentando que son ciudadanos venezolanos que solo están de paso. No obstante los funcionarios de Tránsito continúan exigiendo el seguro obligatorio que determina la ley colombiana, la licencia de conducción, el certificado de gases, que en Venezuela no se entrega con la motocicleta; y el título de propiedad.
Paralelo a esto, Tránsito se ha encontrado con casos en los que más de 40 motocicletas aparecen a nombre de una sola persona.
Un comercio deprimido
En enero de este año los concesionarios de motos de Cúcuta, admitieron una acelerada caída en sus ventas ocasionada, en buena parte, por la venta ilegal de motocicletas venezolanas.
Los propietarios de los concesionarios de la ciudad coinciden en que el bajonazo en las ventas locales, es originado por la disparidad cambiara que se genera en toda el área limítrofe.
Sin embargo, revelaron que además del trabajo que les genera competir con los precios de las motos venezolanas, cada vez son más evidentes las ventas ilegales de estas motocicletas en almacenes del Centro de Cúcuta.
El tema ha sido expuesto por los concesionarios de Cúcuta a la Dian y Fenalco. Según cálculos del sector, a la ciudad ingresan mensualmente 700 motos venezolanas.
Así las cosas, y con un horizonte nada alentador, el comercio fronterizo sigue sufriendo los embates de una descontrolada asimetría cambiaria, que en Venezuela se refleja en los miles de colombianos que a diario cruzan los puentes internacionales para traerse los artículos venezolanos; y en Colombia se ve en el desolador rostro de los empresarios del comercio local.

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