domingo, 30 de marzo de 2014

Venezuela, 'intocable' en la escena internacional

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y la mandataria de Brasil, Dilma Rousseff.

La chequera petrolera y afinidades ideológicas le han granjeado amistades en varios foros.

“¡Alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina!”, cantaba el difunto presidente Hugo Chávez para celebrar las alianzas que su revolución establecía con distintos países de la región.
Sin embargo, junto con la espada del prócer, la chequera petrolera del chavismo también ha recorrido casi todo el hemisferio para fortalecer los lazos de Venezuela con sus vecinos. Tanto que, también por afinidades ideológicas, Venezuela se ha vuelto casi intocable en muchos de los foros internacionales en los que participa, incluyendo la Organización de Estados Americanos (OEA), a la que ha combatido abiertamente por considerar que está diseñada a la medida del “imperialismo” estadounidense.
“En efecto, el peso de la chequera petrolera es enorme”, destaca el internacionalista Félix Gerardo Arellano. A su juicio, la riqueza energética y la “solidaridad automática” de la izquierda han permitido a Caracas alcanzar “el control de la OEA y del resto de las instituciones latinoamericanas”.
Como si fueran piezas de ajedrez, el régimen chavista mueve sus barriles de crudo en el tablero diplomático para conquistar espacios y evitar la condena de sus pares. A través de Petrocaribe, esquema creado por Chávez en el 2004, Venezuela provee 43 por ciento de la energía que demandan 17 países de América Latina y el Caribe.
Solo en el 2013, Caracas envió 103.000 barriles diarios de productos a esas naciones, equivalentes a 3.740 millones de dólares. Para hacer frente a este compromiso, los beneficiarios pueden pagar la deuda con alimentos y, además, gozan de un financiamiento de hasta 50 por ciento de la factura con plazos de pago de 25 años.
“A cambio de todas esas facilidades, al Caribe solo se le pide que vote por Venezuela en foros como la OEA”, subraya Arellano, al recordar que los miembros de Petrocaribe bloquearon la posibilidad de que la diputada opositora María Corina Machado expusiera en una sesión abierta sus denuncias contra el presidente Nicolás Maduro.
La economía y la ideología también fundamentan la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), mecanismo fundado en el 2004 y que hoy integran nueve países del continente. Dependiente de las importaciones para combatir la escasez que atormenta a sus ciudadanos, Caracas ha incrementado sus compras con sus socios del Alba. Entre el primer trimestre del 2011 y el mismo período del 2012, esas operaciones aumentaron 48 por ciento, al pasar de 420,9 a 624,8 millones de dólares, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La estrecha relación que mantienen Venezuela y Brasil también ha sido clave. De acuerdo con el INE, en el 2013 el gigante amazónico vendió a Caracas productos por 4.503 millones de dólares. La cifra contrasta con los 173 millones que exportó Caracas hacia aquel mercado. Igualmente, la empresa Odebrecht, de capital brasileño, ejecuta doce obras de gran envergadura en el territorio nacional.
“La presidenta Dilma Rousseff ha mantenido prudencia y distancia con respecto a Venezuela, pero eso no ha generado una ruptura o una postura crítica”, observa Arellano.
Aunque los gobiernos de la región evitan molestar a Miraflores, el exembajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, Milos Alcalay, considera que en el hemisferio “tampoco darán un cheque en blanco” a Maduro.
Alcalay opina que las cosas están cambiando. “La Unión Suramericana de Naciones (Unasur) expresó una solidaridad automática en los casos de Ecuador (golpe contra Rafael Correa), Paraguay (defenestración de Fernando Lugo) y Bolivia (incidente de Evo Morales para sobrevolar Europa). Pero frente al conflicto venezolano no ha manifestado una posición similar”, apunta.
El diplomático reconoce que la chequera petrolera y la ideología pesan en la agenda regional. Sin embargo, resalta que los roces que tuvo Maduro con los presidentes de Colombia y Chile, Juan Manuel Santos y Sebastián Piñera, así como la ruptura de relaciones con Panamá y las críticas elevadas por congresistas en distintos países de América Latina, dejan en evidencia las dificultades que enfrenta la revolución para imponer su versión de los hechos. “Ya el respaldo no es como antes”, concluye Alcalay.
OEA, ahora muy útil
Las relaciones del finado presidente Chávez con la OEA siempre fueron muy tirantes, tanto que varias veces amenazó con abandonarla. Pero ahora le está sirviendo a la revolución en sus luchas diplomáticas. Primero logró que no se escuchara a la opositora María Corina Machado en sesión abierta, y luego consiguió que del orden del día fuera excluido el tema de Venezuela, con lo que no permitió su intervención.

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