Nicolás Maduro (der.) y el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello.
Al cierre del tercer Congreso Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela en la tarde de este jueves, el presidente Nicolás Maduro anunció la intención de su gobierno de “abrir el debate” para anunciar pronto un aumento en el precio de la gasolina venezolana, la más barata del mundo y que significa para el Estado un subsidio anual de más de 12 mil millones de dólares.
Actualmente el litro de gasolina de 95 octanos, la más refinada, está en 0.097 bolívares, por lo que un vehículo pequeño puede llenarse con solo cuatro bolívares (0,63 dólares al cambio del dólar oficial más barato, de 6.3 bolívares por dólar).
El mandatario aseguró que la revisión de esa estructura de costos fue una propuesta de los delegados del partido oficial en las jornadas del Congreso, como parte de un grupo de medidas para mejorar el rendimiento de la economía venezolana “de cara al socialismo” que busca implantar la revolución bolivariana.
De antemano advirtió que el aumento no responde a que la economía venezolana esté “ahogada” y pronto advirtió que la “masa de dinero” que entre al Tesoro Nacional, por concepto del nuevo precio, se destinará en partes iguales para los proyectos de vivienda, becas estudiantiles, subsidios para los ancianos, planes contra la inseguridad ciudadana y para restablecimiento de la vialidad del país y los servicios públicos.
Sin embargo, el aumento de la gasolina es uno de los principales correctivos que proponen desde hace años analistas de todas las tendencias políticas, en vista de que su irrisorio precio significa entre cuatro y cinco puntos porcentuales del Producto Interno Bruto. De hecho, con lo que cuesta una botella de un litro de agua mineral pueden llenarse los tanques de dos camionetas, o con lo que vale llenar el tanque de un carro mediano pueden comprarse hasta 10 tazas de café.
El “nuevo sistema de precios justos de los combustibles internos”, como llamó el presidente Maduro al inminente aumento, es un tema tabú en Venezuela, no sólo por su impacto económico (aumento en las tarifas de transporte y en general, de la inflación) sino político, lo que explica que el anuncio del Presidente sea “un debate” en torno al tema.
Desde que en 1989 el presidente Carlos Andrés Pérez anunció el aumento del precio del combustible (entro otras medidas) y fue el chispazo que prendió la tremenda revuelta social conocida como “el Caracazo”, los sucesivos gobiernos venezolanos han evadido al máximo posible tomar esa decisión, considerada una de las más impopulares. Con el tiempo y ante la decadente situación económica del país, los venezolanos consideran el irrisorio precio del combustible como una de las pocas ventajas de ser un país petrolero.
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