miércoles, 16 de noviembre de 2016

Corrieron la cerca

La Parada es un barrio de unas cuantas familias a quienes ahora secuestró la delincuencia extranjera.

Como ocurre en los campos, donde los gamonales corren hacia los predios vecinos las cercas de sus propiedades para agrandarlas, así ocurrió en La Parada, el indescifrable y caótico paraje que Villa del Rosario tenía a este lado del puente Simón Bolívar.
Tenía. Ya no. Ahora allí todo es venezolano. Hasta el mandato. No sabemos cuándo ni quien corrió la cerca, es decir, extendió el límite de Venezuela hasta las calles del pueblo, donde hasta el permiso para estacionar un auto es extranjero, lo mismo que el dinero que circula.
Que en la zona funciones dependencias estatales colombianos parece ser el resultado de la condescendencia de la masa invasora que se adueñó del puente —por encima y por debajo, es decir, por donde cruza la mayor parte de la ilegalidad—, de las calles, de los rincones, de todo el espacio público, del comercio, del dinero y del delito. De todo el delito.
Y Colombia ni se da cuenta. Porque si es por los discursos repetidos de altos funcionarios del Estado, y por sus declaraciones calcadas unas de otras, allí nada sucede, ese lugar no debería llamarse La Parada sino El Paraíso.
Claro, de otra opinión son algunos funcionarios locales, para quienes solo males ha traído la reapertura de la frontera. “Solo nos ha traído delincuencia”, dijo ayer nada más un alto funcionario de una agencia de control, que prefiere callar, ante el peso de saber que para la Cancillería todo es una especia de jardín de rosas.
En las calles copadas por vendedores informales solo se ven chucherías de origen venezolano, comercializadas en bolívares por sus vendedores y compradores también venezolanos, que hablan con acento venezolano y visten ropa venezolana y si les parece, insultan al transeúnte con palabrotas venezolanas.
No se sabe cuál es la razón para que los funcionarios de Migración Colombia y de la Dian, y de dos o tres policías que permanecen bajo carpas sobre el puente permitan el paso libre de todo cuanto viene y va.
La verdad, y aunque pretendan desmentirla, es que no revisan ni equipajes ni documentos de nadie. Ni siquiera maletas que deben llevar entre tres personas, y que no deben contener ropa, como sucedió el lunes pasado a las 11:50 a.m. ¿Qué llevaban allí? Nunca se sabrá. ¿Qué viene en tantas maletas que traen de Venezuela y que nadie revisa? Misterio absoluto. ¿Quiénes son tantos hombres que vienen y van en grupos de hasta 20, y para los que tanto el puente con las calles del barrio son como si fuera su casa? Nadie lo sabe. Así Cancillería diga que todo está bien.
No, no está bien. La Parada es un barrio de unas cuantas familias a quienes ahora secuestró la delincuencia extranjera, la indocumentación extranjera, una informe masa de extranjeros que nos está dando permiso de mantener allí unas dependencias del Estado. No está bien. La frontera venezolana cruzó el río y no nos dimos cuenta.
¿Será que estamos a tiempo de volverla a su lugar, o así estará bien?
¿Será que los cucuteños estamos equivocados de frontera? ¿Y si se equivoca la Cancillería? En ese caso, ¿cuál será el interés del Estado, si es que lo hay, para negar lo que el sol de Cúcuta no permite ocultar?
Fuente: La Opinión.com

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