Las dos cajas negras recuperadas de entre los restos del avión accidentado entre los municipios de La Unión y La Ceja, Antioquia, determinarán qué fue lo que ocurrió a las 9:55 de la noche del pasado lunes 28 de noviembre cuando el aparato se estrelló contra el Cerro Gordo a solo 5 minutos y 20 kilómetros de la pista de aterrizaje del Aeropuerto Internacional de Rionegro.
Aunque todavía las autoridades no han hecho pronunciamiento oficial se habla de que el avión se hubiera quedado sin combustible para llegar a su destino, pues debió sobrevolar dos veces esperando permiso para la aproximación final a la pista, pero también se evalúa una posible falla eléctrica total en la aeronave que habría sido reportada por la tripulación a la torre de control.
En medio del dolor de la tragedia por la muerte de 71 personas, entre las que figuran 19 jugadores del Chapecoense, su director y cuerpo técnico, así como varios periodistas y seis de los 8 tripulantes del aparato, surgen preguntas como por qué no explotó el avión al estrellarse; por qué el piloto no reportó que estaba en emergencia y debía recibir prioridad para el aterrizaje; qué tipo de indicaciones técnicas recibió por parte de los controladores aéreos.
La totalidad de las víctimas ya fueron rescatadas y permanecen en Medicina Legal a la espera de su plena identificación mientras que sus familiares comenzaron a llegar a Medellín para acompañar el procedimiento de reconocimiento y repatriación de sus seres queridos.
La prensa de Brasil sugiere una serie de sucesos que pudieron desencadenar parte de la tragedia
La delegación del club de fútbol Chapecoense debía llegar el lunes en la tarde a Colombia procedente de Sao Paulo en un Airbus 320 fletado y por una desautorización de la autoridad aeronáutica brasileña tuvo que hacer escala en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y embarcarse allí en un avión que, hoy se sabe, tiene una autonomía de vuelo limitada.
Aviones del tipo Airbus 320, como el que no pudo finalmente contratar el Chapecoense para viajar hasta la ciudad colombiana de Medellín desde el aeropuerto de Guarulhos, en Sao Paulo, tienen una autonomía de vuelo de más de siete horas.
La Agencia de Aviación Civil (ANAC) de Brasil desautorizó la partida del Airbus de ese país para cumplir el trayecto directo hasta Medellín, lo que obligó a la delegación a utilizar un Plan B.
La misma aeronave los condujo hasta Santa Cruz de la Sierra para fletar una aeronave de la empresa de chárter Lamia (Línea Aérea Mérida Internacional de Aviación), una compañía anónima de capital venezolano nacida en 2009 en el estado de Mérida, aunque opera desde Bolivia.
Las leyes aeronáuticas establecen que los vuelos privados deben tener matrícula del país desde que se parte o al que se llega.
Horas después, partieron desde el Aeropuerto Internacional Viru Viru, de Santa Cruz.
La travesía duraría unas cuatro horas y la delegación debería llegar a su destino antes de la medianoche en el avión de la compañía LaMia, un RJ100 cuya fabricación británica data de los años 90 y que es llamado así en el ámbito aeronáutico por tratarse de un ‘Regional Jet’, es decir, un aparato diseñado para cubrir distancias cortas.
Su avión siniestrado estaba al mando del capitán Miguel Quiroga, dueño de la empresa de Charter, y el mismo que transportó hace 18 días a la selección argentina desde Belo Horizonte a Buenos Aires, tras jugar un partido de las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018.
Este “Regional Jet” trasladó para jugar a domicilio partidos de la Copa Sudamericana al colombiano Atlético Nacional, el rival al que el Chapecoense ya no le podrá cumplir la cita en la final del torneo.
Expertos en seguridad aeroportuaria, que hicieron todo este detallado relato, no se explican cómo esta aeronave fue empleada para cubrir la distancia de 2.265 kilómetros aproximadamente que separan a Santa Cruz de la Sierra y el aeropuerto José María Córdova de Medellín, situado en el vecino municipio de Rionegro.
Es casi la misma autonomía de vuelo que tienen los RJ, como el siniestrado a pocos kilómetros de su destino, en el cerro El Gordo.
Un avión Airbus 320, el mismo que fue negado a los brasileños para cumplir su cita con el Atlético Nacional en el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana, recibió prioridad para aterrizar por evidenciar una fuga de combustible.
Entretanto, el RJ85 de Lamia, que llegaba con el combustible justo, quedó incorporado en espera, un estado en el que la aeronave se mueve en un radio definido hasta recibir la orden de aterrizar o trasladarse a un aeródromo cercano.
Los especialistas que han iniciado hoy las investigaciones sugieren que el piloto del avión boliviano también debió informar de inmediato a la torre de control de su situación, un procedimiento que se conoce como “solicitar vectores”, es decir, pedir la ruta más rápida para aterrizar en el aeropuerto de destino.
Al desconocimiento de la situación por parte de los controladores, que nunca recibieron la declaración de emergencia, siguió el desconcierto absoluto.
Sin combustible, se generaron los problemas eléctricos, porque se apagaron los generadores.
Esto explica por qué no explotó el aparato al desplomarse en el agreste Cerro Gordo.
Fuente: RCN Radio
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